Samuel Álvarez, Director General de Fundación In-nova CLM

Luces y Sombras para los Clústers. ¡Yo quiero ser una BALLENA!

No cabe duda que la innovación y el impulso ágil y competitivo de un sector productivo, industrial y/ó estratégico, se logra mejor acompañado que en solitario. Bajo acepciones y terminología moderna, como Hub, Polo (tecnológico o no), Clúster… y con la idea de materializar el manido lema de “la unión hace la fuerza”, en las diferentes fases del negocio, del incremento de competitividad y del ciclo de vida de una estrategia.

Desde la prospección, la vigilancia, la inteligencia competitiva, hasta la propia generación de mayor músculo para enfrentar retos y oportunidades y para consolidar una única voz, una denominación de origen; líder en un mercado, aceptada y reconocida de manera global. Así es, o debería ser, el éxito de un CLÚSTER.

El papel lo soporta todo, pero casi nada de lo que el papel acoge tan bien, es tan fácil de hacerlo cristalizar en la realidad. Nadie en su sano juicio, a mi criterio, podría romper una lanza contra los clústers, como herramienta, artilugio en ocasiones, para concentrar principalmente a pymes que por si solas tienen toda la fragilidad para ser lo que son, o ser fagocitadas por un gran incumbente, en el mejor de los casos y con altas probabilidades de que este gran incumbente sea de nacionalidad extranjera.

¿Entonces?, ¿sí o no?, definitivamente SÍ, pero el “cómo se hace” y qué trabas y retos tengo, son otra película. Políticas nacionales, bajo la denominación de Asociación de Empresas Innovadoras (las famosas AEI’s), o políticas e iniciativas europeas a través de “European Cluster Collaboration Platform” (ECCP), con requisitos y condiciones a veces dispares o diferentes, para “ser o no ser” reconocido institucionalmente y, por lo tanto, “incluido o excluido” de apoyo institucional, financiación e incentivos pensados específicamente para ello.

“¡Qué sorpresa!, no he sido reconocido nacionalmente como “cluster”, es decir, como AEI, pero en Europa me dicen que sí, que nos quieren, que nos registremos directamente en la plataforma europea, que nos quieren apoyar”, dice una asociación castellanomanchega que ha decidido aplicar el lema de la unión y de la fuerza. Pero, ¿cómo es eso?, pregunto y a lo cual responde: “no hemos podido cumplir que nuestra unión de empresas y actores logremos llegar a representar un porcentaje mínimo respecto al PIB en nuestro sector para ser AEI”. Vaya, pues qué faena. Eso quiere decir que para sectores de nicho, altamente especializados y de gran potencial en crecimiento y en valor agregado, la política de clústers, al menos bajo política nacional, ¿es como una red de pescar con los agujeros demasiado grandes?. ¿Quizás sólo pensadas para pescar ballenas?. Si eso es así, ¡yo también quiero ser ballena!.

Pero no todo es oro lo que reluce; y me explico con otra prueba. El mensaje que recibo del mismo interlocutor: “Ya que somos de Castilla-La Mancha y quizás nuestra propuesta de clúster no tenga representatividad, lo que hicimos fue buscar a nivel nacional si había ya alguna AEI que tuviera un ánimo y objetivos similares, y agremiara a un sector convergente con nuestra iniciativa. y… ¡eureka!, la encontramos”. Resultó que no era en la Región, sino en una provincia y región del norte de España, con otro nivel, con más masa crítica, con otros indicadores macro y micro económicos. Era (y sigue siendo) una AEI con un portal WEB envidiable, con sus empresas y entidades asociadas prolijas y perfectamente identificadas, con “su” sector representado (de su región), y sobre la que este interlocutor se interesó para cotejar si podían sumar valor desde aquí, desde Toledo, desde nuestra Región. ¿Por qué no?, claro que sí, desde Castilla-La Mancha y aunque el “cluster” se encuentre en otra parte de la misma España. A nivel teórico un clúster puede ser transregional y de hecho, es totalmente recomendable. ¿o es que un clúster del “vino” debe estar concebido sólo con asociados de una misma provincia o región?, y ¿si hablamos de algo más intangible o trasversal geográficamente, como las TICs?. Bueno, la conclusión fue sencilla. Después de varias semanas, alguna llamada y varios correos no se tuvo respuesta alguna.

Y lo anterior…. aún solo es el envoltorio, la línea de salida, el comienzo. Relativo a poder “pertenecer” un club con privilegios, con ventajas, con reconocimiento y con proyección para mi sector y para mí mismo. Es el marco jurídico y administrativo necesario para lograr mayor competitividad, en equipo. Sin entrar en lo que viene después, que tampoco es baladí, como es el gran reto de la sostenibilidad de un clúster o una AEI, en términos de auto sustentación, respecto a qué servicios y productos puede ofrecer para rentabilizar su existencia y qué actividades para garantizar su continuidad, de forma eficiente e independiente a los posibles subsidios y ayudas que puntualmente existan para impulsarlas, crearlas o hacerlas crecer.

Si, el “clúster”, fundamental, pero ¡tan complicado para la empresa castellanomanchega!. Porque en nuestra Región, somos exquisitos, como el mero y la lubina. Pero para entrar en la dinámica que hoy nos marcan, DEBEMOS SER BALLENAS.