Un nuevo escenario de proteccionismo y guerras comerciales
Hasta la irrupción de la crisis en 2009, el contexto económico mundial se había caracterizado por un crecimiento económico sin precedentes apoyado, en gran medida, en el avance del comercio mundial y derivando en una creciente apertura exterior (el comercio mundial supera ya el 50% de la producción mundial). Las tasas de apertura más elevadas se alcanzaron desde los años noventa hasta 2009, en lo que ha venido a llamarse etapa de hiperglobalización, que parece haberse interrumpido debido a una multiplicidad de factores. En esta etapa, países asiáticos y más concretamente China han ganado peso, situándose junto a Estados Unidos, como líder del comercio mundial.
En este contexto de hiperglobalización, que trata de aprovechar al máximo las ventajas del comercio internacional y que ha tenido efectos positivos claros sobre el crecimiento económico de los países, es el que han surgido tensiones proteccionistas. Y cabe preguntarse, ¿por qué siguen cuestionándose los beneficios del comercio internacional y surgen una y otra vez episodios de proteccionismo comercial? La respuesta reside en que el crecimiento económico derivado del libre comercio no es de igual dimensión para todos los países ni las ganancias de dicho comercio son iguales para todos los sectores implicados dentro de un país, lo que origina un aumento de las diferencias económicas entre países y dentro de los países. En este reparto desigual de los beneficios del comercio internacional, el mundo occidental, y particularmente EE.UU., percibe que es China una de los países más beneficiados, si se atiende a sus abultados superávits comerciales y a sus elevadas tasas de crecimiento, y que lo hace, además, en condiciones de competencia desleal (escasa protección a la propiedad intelectual, manipulación de los tipos de cambio, escasa protección laboral, subsidios a la exportación, etc.). Si a ello añadimos un contexto de lenta y débil recuperación económica tras la crisis, en la que algunos sectores han sufrido especialmente, entendemos mejor este resurgir de las tensiones comerciales proteccionistas, que está liderando EE.UU.
La escalada proteccionista de EE.UU. comenzó contra las producciones chinas pero que más recientemente ha afectado también a Méjico y a la Unión Europea. Particularmente preocupante ha sido la imposición de aranceles de hasta el 25% a producciones concretas (de los sectores agroalimentario y aeronáutico) de los países europeos que participamos en el consorcio Airbus autorizadas por la Organización Mundial del Comercio como compensación de los costes que ha sufrido la industria aeronáutica estadounidense por los subsidios europeos a Airbus. El impacto negativo sobre el sector agroalimentario de esta subida arancelaria es complejo de estimar pues depende de la importancia del mercado estadounidense como destino de nuestras exportaciones para cada producción afectada y de la capacidad de las empresas para redireccionar sus ventas a otros mercados foráneos.
Para valorar el impacto concreto sobre la economía de Castilla-La Mancha (CLM), debe tenerse en cuenta que la importancia del mercado estadounidense para las exportaciones castellano-manchegas es relativamente limitada (254 millones de euros, un 3,5% del total). No obstante, se ha mostrado muy dinámico en la última década, habiéndose triplicado su valor y poniendo de manifiesto que el éxito en la apuesta de nuestras empresas por penetrar en este mercado, a pesar de su elevada complejidad. Aunque su relevancia para el agregado de exportaciones de CLM sea acotada, no lo es para algunos de los sectores afectados por la reciente subida de aranceles de la Administración Trump. Cuando se toman los cinco sectores afectados por esta subida (aceite de oliva, vinos, quesos, productos de la industria aeronáutica y aeroespacial y productos de porcino), las exportaciones regionales afectadas se acercan a los 100 millones de euros y suman el 37% de las exportaciones regionales a EE.UU. (un 1,3% de las exportaciones totales regionales en 2018).
A tenor de su marcada orientación al mercado estadounidense, los dos sectores más afectados serán queso y aceite de oliva. Así, el grueso de las exportaciones afectadas pertenece al sector del queso (51 millones de euros), para el que EE.UU. ha sido un claro mercado en expansión tras haber duplicado sus ventas al mismo desde 2010 y situarse como el primer mercado de destino, concentrando casi el 40% de las exportaciones regionales de queso. Si bien las exportaciones afectadas de aceite de oliva son más reducidas, lo preocupante en este caso era la apuesta de nuestros productores por el mercado norteamericano (2º mercado de destino), habiendo quintuplicado sus ventas al mismo y acaparando el 8% de las exportaciones de aceite de oliva de la región. En cualquier caso, hemos de confiar en la demostrada fortaleza exportadora de nuestras regiones y en su capacidad para adaptarse a estos y otros obstáculos imprevistos. Un ejemplo de ello es el reciente dato de exportaciones de CLM en 2018, que ha alcanzado una cifra record que roza los 7.300 millones de euros, tras aumentar un 3,4% respecto al año previo, medio punto porcentual más que la media nacional.